Se nos presenta la oportunidad de dar respuesta a un espacio cargado de sensibilidad, significado, simbología y referencia histórica, como es el Monumento a los Caídos y su posicionamiento y enclave dentro de la ciudad de Pamplona.
En las conversaciones que se mantuvieron al inicio del proyecto afloraron dichas complejidades en forma de disputas y discusiones intelectuales acerca de cómo abordar el Monumento. Se pusieron sobre la mesa opciones extremas que repercutían en su naturaleza: su conservación total o su derribo.
La primera opción se basaba en la adecuación del Monumento como una preexistencia –testigo de una época concreta y parte de la trama urbana– despojándole toda simbología franquista generadora de sufrimiento para un gran espectro de la población de Iruña.